martes, 17 de mayo de 2011

HACIA LA LIBERTAD

Hacia la libertad . . . .
Un pueblito indígena de la intendencia de Guanajuato, un nidito abrigado a la protección de cerros y montañas . Casi en su totalidad poblado de jacalitos de adobe y zacate, algunas cubiertas de teja, con sus corralitos de piedra, donde andaban sueltos los animales, alguno que otro marranito que compartía su espacio con las gallinas, guajolotes y los perros .
eL Viento  empuja con su fuerza moviendo de un lado hacia otro las ramas de los encinos , solo las estrellas y la luna hacen mas bella la noche que  poco a poco comienza a despedirse antes que el alba presagie el nuevo amanecer .
Es interrumpido el silencio de la madrugada con el repicar de las campanas de la parroquia que llaman a la misa del alba  y los vecinos van saliendo de sus chozas algunos a pasos torpes y tallándose los ojos para acabar de despertarse, los hombres defendiéndose del frio, visten calzón y camisa de manta anudada al frente apretándoles la panza por abajito del ombligo, abrigados con cobijas y otros con sus gabanes obscuros para hacerle frente a aquel intenso frío y su cabeza cubierta por sombreros de palma aunque sus pies toscos y encallecidos que paso a paso, iban cortando el viento con el frente de sus dedos, solo los cubrían unas dos o tres correas que amarraban sus huaraches, mas bien de los pocos que los usaban, porque la mayoría andaban descalzos. Las mujeres llevan sus enaguas largas y amponas con su blusa de manta adornadas por estampas tejidas de llamativos colores y su cabeza cubierta con obscuros rebozos y solo unas pocas traían huaraches, que ya era su constumbre andar , la mayoría descalzas.
El frío de la madrugada arreciaba cada vez con mayor intensidad, la aurora arrebataba de la noche la obscuridad, presagiando el inicio de un nuevo día, mientras en un humilde jacalito, mas bien una de las tantas humildes chozas que formaba aquel pueblito; los moradores de esta choza ya hacían sus primeros intentos por levantarse para irse  a la parroquia del pueblo, ya anunciaban las campanas la primer llamada.       –ándale Tirso, como que ollí, que ya tocaron las campanas de la iglesia la primer llamada , no si nos vaya a ‘ser tarde, yo ya ‘stoy lista, -pos yo también, nomás mi traigo mi zarape o échame mi’jor la cobija, que hace rete harto frío . – pos ámonos viejo, los escuincles s’tan bien dormidos, ansina que no mi haga ruido .  _ pos jálale vieja,  vámonos, para alcanzar a llegar. 
Poco después de las cinco de la mañana, ya la gente del pueblo estaba en la parroquia, esperando a  que apareciera ante el altar el sacerdote, para iniciar la misa, murmullos a voz muy baja se apreciaban entre los feligreses, en su totalidad indígenas, campesinos, jornaleros, alguno que otro artesano.Imaginaban que algo pasaba pero no sabían que, sabían de la actitud del cura, un hombre alegre, comprensivo con ellos y conocía la situación tan difícil que estaban viviendo; los indígenas, los negros, las castas y en si casi toda la población, incluyendo a algunos criollos.
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El día anterior , el sábado 15 de septiembre, llegada la noche, hasta las puertas de la ostentosa casa de Don Nicolás Fernández del Rincón, quién era el subdelegado del pueblo de Dolores, y uno de los hombres mas ricos del  pueblo llegó un hombre de complejidad delgada, pelo blanco, escaso, que mas bien denotaba una marcada calvicie; su delgado cuerpo cubierto por un obscuro abrigo de lana que le protegía de aquel frío intenso que se caracterizaba en aquella zona del bajío, su mano derecha insistente y suplicante tocaba repetidamente la madera de encino de la puerta de aquella ostentosa  casa, el repetido golpeteo contra la puerta interrumpía el silencio de aquella oscura noche, pero segui insistiendo, mientras su mano izquierda sostenía una linterna  de la que salía una luz tenue y débil de la vela que apenas alumbraba una escasa distancia. Entonces se escuchó el ruido de la aldaba que se deslizaba del cerrojo al que prosiguió el crujir de la madera y el chirriar de las bisagras cuando se iba abriendo aquella puerta, entonces lo recibió una voz alegre y jovial se escuchó. __Muy buena noche y que alegría de verlo señor cura Hidalgo, ya lo esperábamos, pero pase por favor. correspondiendo a aquel saludo con una mueca de alegría el señor cura Hidalgo, estrecha  la mano y le da una palmada en el hombro.-- mi muy estimado amigo Ignacio, agradezco su invitación, es un placer saludarlo amigo y le advierto que nos espera una divertida noche de juegos y una conversación interesante. Pasaron hasta la sala donde ya le esperaban los demás invitados, que al verlo con gusto expresaron la alegría que el cura les proporcionaba --¡que gusto de verlo señor cura Don Miguel Hidalgo!,  Se escuchó una voz femenina, alegre y amable. Era Doña Teresa Cumplido, esposa del subdelegado Fernández del Rincón, que amablemente invitó al cura a compartir el juego junto con los demás invitados   __venga Sr. Cura, ya tenemos aquí su lugar preferido ,  que le parece si jugamos una manita de malilla.  ___Tome asiento Sr. Cura. Le dijo el Sr. Encarnación Correa .Y  para pronto acepto aquella invitación y se sentó con ellos a jugar, quedando a un lado del Sr. Ignacio Diez de la Cortina.
Entre broma y broma, plática y plática, juego y juego, transcurría el tiempo, en un momento el cura Hidalgo, se levanta de su silla, dejo por el momento el juego y va hacia la sala en donde se encuentra el sr……. Y le dice__ Sr. Cura que le llama una persona que quería hablar con Usted, le hemos pasado al zaguán. El clérigo no se hizo esperar e inmediatamente fue a atenderlo, y en   cuestión de quince o veinte minutos, regresó y continuó conviviendo entre charla y juego, hasta las once de la noche se levantó de su silla y recorriéndola hacia atrás se levantó.
 __Agradezco su hospitalidad y su invitación amigos míos pero ya ha llegado la hora de ir a descansar.
__ Pues, que pena que deba retirarse Sr. Cura, ha sido una noche muy divertida, que Dios le acompañe . __Amigo Ignacio Díez de la  Cortina, tenga Usted la amabilidad de prestarme doscientos pesos, ya mañana se los devolveré. Entonces colector de diezmos , pidió a su esposa Doña Encarnación Correa,  le entregará al cura Hidalgo, esa cantidad.
Se despidió de sus amistades el cura Hidalgo, los doscientos pesos , los entregó a aquel hombre que había ido a buscarlo a la casa del Sr. Fernández del Rincón, mismo que tomó el dinero y adelantó su camino .
Se despidieron aquellos amigos, ninguno de ellos imaginaba lo que el destino deparaba para cada uno de ellos, quien se iba a imaginar que aquellos amigos en unas cuantas horas serían enemigos y aquellos hombres y mujeres ricos y poderosos amos y señores antes del amanecer serían ahora los prisioneros y que aquel hombre que en ese momento respetaban y admiraban y llamaban amigo antes del amanecer seria el hombre que mas temor les causaría, solamente se escuchó la ultima frase de despedida—hasta pronto Sr. Cura, adiós amigo.
Don Miguel Hidalgo, siguió su camino, rumbo a su casa solo le acompañaba un sirviente, cada uno llevando su linterna, alumbrando el camino, su paso era lento, cauteloso ente la oscuridad de la noche, pero con la necesidad de llegar a su casa, ya que le esperaba su amigo Ignacio Allende, en su casa, disfrutando de la tranquilidad y el silencio de la noche, solo se escuchaba el sonido que hacía el viento cuando chocaba con las hojas de los arboles y allá  a lo lejos el  ladrido de algún perro y el golpeteo de sus botas y los huaraches de su sirviente contra el piso, cada vez que daban un paso, iba pensativo, sin saber que en dos o  tres horas, recibiría la noticia que iba a cambiar el rumbo de su vida y el rumbo de la vida de todos los habitantes de la Nueva España y  sin saber que él sería el principal protagonista de esta metamorfosis cultural, social y política y que solo estaba a unas horas de que estallara el mas grande movimiento social que transformaría a toda la colonia Novohispana y que pasaría a ser de aquel humilde cura a ser “el padre de la patria”.
Hidalgo y su amigo e invitado se despidieron y se retiraron a sus respectivas recamaras, ambos ignoraban que en no mas de dos o tres horas, llegaría la noticia, que cambiaría el rumbo de sus vidas y la de los habitantes de la Nueva España.
Eran las dos de la mañana de aquel 16 de septiembre, dos hombres tocaban insistentemente a la puerta de la casa cural, encogían sus hombros  y apretaban sus brazos fuertemente contra su tórax para darse mas calor y sentir menos el frió que traía hasta ellos el viento, hasta que por fin se escuchó una voz del otro lado de la puerta que interrogaba con voz desafiante en un tono que reflejaba cierta desconfianza y exigiendo saber quién tocaba las puertas a esta hora y el motivo de su presencia. _no tenga desconfianza buen hombre, venimos en busca del Sr. Cura Hidalgo y el Capitán Ignacio Allende, hemos venido desde San Miguel el Grande, soy el capitán Ignacio Aldama y el Sr. ….Pérez .
Inmediatamente  abrió la puerta aquel hombre era uno de los sirvientes del cura Hidalgo, que amablemente invitó a aquellos hombres a pasar._Gracias buen hombre, traemos un mensaje para el cura Hidalgo, pero creo que  prudente que primero charlemos con el capitán Allende si usted hiciera el favor de llamarlo. 
Así aquel hombre llamó a Ignacio Allende, y Aldama le comunicó lo sucedido en Querétaro y el peligro en que se encontraban al ser descubiertos, y acordaron informar al Cura Hidalgo y llamaron a la puerta de su cuarto, y ya estando dentro de su  recamara le narraron brevemente la traición de que habían sido objeto, el cura Hidalgo se levantó violentamente del lecho, no podía ocultar su molestia, aunque cauteloso y paciente , les dijo _ Señores, ya no se puede dar un paso atrás, esto debe ser rápido, para que las personas comprometidas con el movimiento de independencia, no sientan temor por las prisiones de Querétaro hacia nuestros compañeros. Allende aceptó las razones del cura Hidalgo, sabía que no había otra opción que luchar y triunfar para conservar la vida.-- Pues si, dice bien, Sr. Cura, echémosles el lazo, seguros de que ningún poder humano podrá quitárselos. exclamó Hidalgo,-- “lo he pensado bien, y creo que estamos perdidos y que no queda mas recurso que ir a coger gachupines”.
HISTORIA  (México a través de los siglos)
El 15 por la noche Hidalgo, visitó al subdelegado de Dolores; Don Nicolás Fernández del Rincón, en donde estaban reunidos algunos de los mas notables del pueblo, jugó partida de malilla con Doña Teresa Cumplido, esposa del subdelegado y con D. Encarnación Correa y con Ignacio Diez de la Cortina. Y como a las diez de la noche interrumpió su juego porque le llamaron, que alguien quería hablar con él y le esperaba en el zaguán de la casa, acudió y regresó hasta las once de la noche a que el Sr. Diez de la Cortina le hiciera un préstamo de 200 pesos*el capitán Pérez  al no encontrar a Allende fue a buscar a Aldama para avisarle que habían sido descubiertos el día  13 de septiembre y juntos fueron al pueblo de Dolores a buscar a D. Miguel  Hidalgo, llegaron a las dos de la mañana el día 16, hasta la casa cural, en donde se encontraba Allende de visita con Hidalgo, y fue Allende quién los recibió después de darles acceso el sirviente que abrió las puertas de la casa cural, y quién primero fue enterado de la situación y juntos pasaron a llamar al cura Hidalgo para informarle del descubrimiento de la conspiración de Querétaro. Mientras Aldama tomaba una tasa de Chocolate, HIdalgo preguntó a Allende que consideraba que debía hacerse y Allende contestó que debían avisar a Abasolo y a los demás que se habían comprometido a luchar por la causa de la independencia y elegir entre ciudades y villas y se diera a todo trance la voz de independencia.
Para Hidalgo la respuesta debía ser mas rápida, antes que influyera los sucesos acontecidos en Querétaro sobre los demás comprometidos con la causa, y esto debería ser a lo mas pronto. Allende le dice a Hidalgo__ __pues bien, señor cura, echémosles el lazo, seguros de que ningún poder humano podrá quitárselos. __si, exclamó Hidalgo, con entero acento, lo he pensado bien, y creo que estamos perdidos y no queda mas recurso que ir a coger gachupines. Entonces Aldama le dijo__Señor,¿Qué va Usted a hacer?__por amor de Dios vea Usted lo que hace? . Estaban presentes con ellos tres Don Mariano Hidalgo, D. José Santos Villa, el padre Balleza, otros ocho hombres armados, casi todos sirvientes de Hidalgo y un vecino de Dolores llamado Martinez, mas otro hombre de apellido Herrera a quién Hidalgo había mandado traer .Allende y Aldama se fueron hacia la cárcel y dieron libertad a los presos, haciendo que el alcalde de la cárcel aunque opuso resistencia, abriera las celdas y los presos se agregaron a los insurrectos que ya en ese momento sumaron ochenta, armados primeramente con lanzas y después con espadas del regimiento de la reina que estaban depositadas en el cuartel de Dolores, cuya puerta franqueó el sargento Martínez, quién también reunió a algunos soldados del mismo cuerpo. Allende y Aldama fueron a la casa del subdelegado Rincón y lo aprendieron lo mismo que al colector de diezmos diez de la Cortina, mientras los insurrectos arrestaron a todos los españoles que había en Dolores, sin sufrir daños, solo el español Larrinua sufrió heridas ocacionadas por el insurrecto Exija, en venganza de que Larrinua lo había hecho encarcelar…….Eran las cinco de la mañana .........................102

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