martes, 17 de mayo de 2011

una historia comparada ( maestra Guadalupe )

HISTORIA COMPARADA SOBRE EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA Y EL CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN ORGANIZADA POR EL COLEGIO DE MÉXICO

 FRIEDRICH KATZ
“Si un viajero llegara en los años veinte a México y quisiera tomar un taxi que le llevara a la embajada rusa- comenzó Friederich Katz, historiador y antropólogo- seguramente el taxista lo sacaría a patadas: la mayoría de los taxistas por aquel entonces eran aristócratas rusos destronados y en el exilio. Si quisiera ir a la embajada de México, no tendría problema. La aristocracia porfiriana sobrevivió tanto física como económicamente a la revolución mexicana”. Desde una perspectiva de historia comparada, Katz quiso así ilustrar el eje de la pregunta principal de su ponencia: ¿Por qué la revolución francesa y rusa acarrearon un terror masivo que acabó con la oligarquía contrarrevolucionaria y no fue así con la mexicana?
 
Según el historiador, hubo tres zonas bien diferenciadas. En el norte huyeron los hacendados, pero después regresaron y “cómo pudieron hacerlo, es un punto oscuro que ha de ser estudiado”. En Morelos y Tlaxcala, los hacendados huyeron y la tierra se repartió entre los campesinos. En el SE y Jalisco, apenas sí tuvo eco la revolución y fue Carranza quien indujo a los campesinos a presionar a los señores feudales para que pagaran impuestos. Dicho esto…¿Por qué no hubo terror?

La División del Norte de Pancho Villa dependía de EEUU en cuanto a provisiones armamentísticas y opinión pública, que presionaba a Wilson para una intervención. Para calmar los ánimos, Pancho Villa utilizó una retórica afín al pensamiento contractual del norteamericano. Cuando expropiaban la tierra a los grandes hacendados, los revolucionarios villistas no decían la tierra es para quien la trabaja, sino que decían Terrazas solo declaró 1,5 millones de pesos cuando tenía un millón, le expropiamos la tierra hasta que resarza su evasión fiscal acumulada.

Según Katz no hubo una guerra contrarrevolucionaria apoyada por potencias extranjeras como sucedió con la nobleza europea en apoyo al Rey Louis XVI o las potencias blancas luchando contra los rojos en Bielorrusia. Los revolucionarios se sintieron menos amenazados y por tanto reactivos, aunque Zapata, menos sensible a su imagen en Hollywood, “continuamente proponía a Villa hacer un 93”.
 HECTOR AGUILAR CAMÍN
Hector Aguilar Camín, Doctor y periodista, abordó la distancia entre la España real y la imaginaria, desde una perspectiva que cuestiona el rechazo frontal de criollos y liberales decimonónicos frente a todo lo peninsular. “Al construir su estado nación, los liberales del S.XIX- dijo- exaltaban su pasado indígena clásico mientras que rechazaban el catolicismo por provenir de la España oscurantista, sin embargo, en el momento en el que Benito Juárez separó la Iglesia del Estado, la mayoría de la población era católica y los indígenas de carne y hueso eran marginados”. El reacercamiento entre México y su antigua metrópoli, se produjo con la España del exilio, cuando la embajada de Cárdenas acogió a los republicanos que protagonizaron una “diáspora riquísima”, sin embargo la España imaginaria era más oscura que nunca, y las relaciones diplomáticas entre ambos estados no prosperaron (obviamente). “Durante mucho tiempo México echaba la culpa de su fracaso político al colonialismo español, de rancia estirpe, sin embargo-señaló Hector Aguilar- el triunfo de la democracia y el desarrollismo, desmiente (una visión esencialista)”

”.

ENRIQUE FLORESCANO
El historiador Enrique Florescano habló sobre el arte de historiar en la actualidad, a través de diversas citas y con tintes de hermenéutica dilhteyana, que vendría a decir que la historia es comprensión, no solo de los movimientos externos, sino también de los personajes que la mueven.  Enrique Florescano señaló que el estudio de la historia “integra las existencias individuales en una corriente colectiva”, que la historia sirve para “sustentar el presente, sus poderes, sus fronteras y dotar de identidad y valores compartidos al grupo social”. Recordó que para hacer buena historia es preciso evitar el anacronismo y tener presente la temporalidad (braudeliana). 
Quiso engarzar su ponencia con las demás al hablar de La Metahistoria de Hayden White, “la obra de Ginzburg” y Paul Ricoeur, cuya obra se centra en las relaciones entre la escritura de la historia, la memoria y el olvido.

Para engarzar las ponencias con el marco en el que se encontraban, Javier García Diego, director del Colmex, señaló que el intelectual Alfonso Reyes abrió el horizonte literario al escritor homenajeado, Carlos Fuentes, que por cierto, descubrí que tiene un homónimo harto, pero haaaarto, de su nombre en la biblioteca general del Centro Histórico del D.F. (Tacuba)
Y regresamos a KATZ
 “La insatisfacción es imprescindible para posibilitar una revolución, pero con ella no basta -dice Friedrich Katz, historiador del Porfiriato y la revolución y sus líderes-ha de darse una división entre las clases dominantes y cierta apertura política y de espacios de debate, que a las puertas de la revolución se cierran”. Eso sucedió en Francia y en Rusia, y de golpe se cerraron también las puertas del Porfiriato cuando el dictador quiso hacerse reelegir y encarceló a Madero. Por tanto, a la insatisfacción con la obsolescencia del régimen, la penetración del capitalismo en el campo, la situación privilegiada del capital extranjero, la evasión fiscal de los hacendados o la injerencia de los jefes políticos en la autonomía municipal, se sumaron las expectativas frustradas de un cambio pacífico.

A las puertas del Bicentenario y del centenario, muchas son las preguntas abiertas. Hay historiadores “radicales” como Ramón Eduardo Ruiz que incluso llegan a plantearse la existencia de una revolución. Otros, como el historiador A.Gilly hablaron hace años de una “revolución inacabada”, y otros, según cuenta Lorenzo Meyer, señalan que el avance de los poderes contrarrevolucionarios se dio cuando la revolución “fracasó moralmente” (Daniel Cosío Villegas).  “Si me hubiera preguntado en los años 40 cual fue la repercusión de la revolución mexicana - dice Katz a La Jornada- la respuesta sería clara: hubo cambios profundos en la educación, independencia sindical y huelgas, así como una reforma agraria y un desafío frontal a EU con la nacionalización del petroleo, hoy el asunto parece más complejo” y el historiador dice saber más del pasado que del presente.”

En opinión de Katz, que retoma su historia comparada de modo sui-generis en torno a un modelo teórico y lineal: “como en la revolución francesa y en la revolución bolchevique, han de pasar 90 años para que se afiance la democracia tras una revolución”. Tras años de perversión del legado revolucionario, “que ni siquiera en el 68 fue tan cruento como las dictaduras del Cono Sur” ahora México viviría, según Katz, el momento de afianzar sus instituciones para posibilitar un cambio pacífico hacia una democracia real, aunque señala que las vindicaciones de la izquierda “han cambiado, ya que antes de los años treinta aspiraban a controlar los medios de producción”.
- ¿Es la historia cíclica, 1810, 1910…¿2010?, ¿Se dan las circunstancias para una nueva revolución?
 Katz, apasionado pero riguroso, no cree que la historia sea cíclica:
-       Hubo factores concretos que posibilitaron la revolución. La insatisfacción no basta, es precisa la división entre las elites conservadoras, “que en el preámbulo de una revolución tienden a abrir el debate y espacio político para cerrarse bruscamente en el último momento, como sucedió con el encarcelamiento de Madero o el putch de Kornilov”.
-      
El descontento y rabia que propició la revolución mexicana existió en todos los órdenes, y por diferentes causas: En el campo se abrieron nuevos mercados capitalistas para las haciendas, la tenencia de la tierra se alteró y se quebraron las comunidades, los grandes propietarios se evadían del fisco que recaía sobre las clases populares. En los municipios, con gran tradición de autonomía, hubo una ingerencia de los jefes porfiristas. El capital extranjero era percibido en condiciones de privilegio. Los cargos públicos estaban en manos de los mismos personajes, ya viejos, de 1870.

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